LA VISITA DE LOS REYES MAGOS AL NIÑO JESÚS Al tiempo de nacer el Salvador, una estrella extraordinaria se apareció en Oriente. Unos príncipes, conocidos co...
Tal como se indicó en la lección anterior, los diez mandamientos que Dios le entregó a Moisés en el monte Sinaí son enseñanzas morales que un católico debe cumplir, aunque sean originalmente dadas para el pueblo judío.
Pero los católicos no debemos limitarnos solamente a cumplir esas leyes éticas. Los diez mandamientos que nos dio Dios indican los mínimos que todo cristiano debe cumplir, es decir lo que no se debe hacer.
Si leemos con atención, nos vamos a dar cuenta que en siete de los diez mandamientos la característica principal es la negación, o sea el "no": "No mates", "No robes", "No mientas", etc. Por lo tanto, al no estar en un modo positivo, no indican qué es lo que sí se debe hacer.
De este modo, entonces, esos mandamientos enseñan lo que está mal, pero no lo que está bien. El no, sería el primer paso, pero hay que pasar al segundo, que sería el sí. Es decir: no basta con no matar sino que hay que defender la vida, no basta con no robar, sino que hay que dar limosna, no basta con no mentir, sino que hay que decir la verdad, etcétera.
Pero entonces, ¿es suficiente con no robar, con no matar o con no mentir? ¿Los católicos podemos tener la conciencia tranquila cuando simplemente nos limitamos a cumplir con eso?
Felizmente Cristo fue mucho más allá de los diez mandamientos, no para que no los cumpliéramos, sino para que no nos conformáramos con ellos como orientación moral.
Por eso nos enseñó que Él mismo era el ejemplo a seguir:
"Aménse los unos a los otros como yo los he amado"
El propio Señor es nuestro modelo de comportamiento, es nuestro ideal, es nuestro guía, es lo que todo cristiano debería ser.
Las enseñanzas éticas y morales de Jesús si bien empiezan por los mandamientos de Moisés, no se limitan ni reducen a ellas, sino que las amplía. De este modo las enseñanzas de Cristo son las mismas que las de los diez mandamientos pero van más allá y lo hacen por superación, enseñándonos la plenitud moral invitándonos a que amemos, pero que lo hagamos a imitación de Jesús.
Finalmente de todo lo anterior dicho, deducimos entonces que la pregunta para un católico no debe ser ¿qué mal debo evitar? sino ¿qué bien tengo que hacer?
Si somos buenos católicos, buenos cristianos, no nos podemos conformar con no ser malos, tenemos que ser buenos.
Primero cumplamos con el primer paso, que sería entonces no hacer el mal, para luego pasar al segundo que es hacer el bien. Pero debemos y tenemos que ser buenos a imitación de Cristo, que es el Bien supremo porque es Dios.
La plenitud del amor consiste en hacer el bien.
Muchas veces ante algún problema o alguna situación específica no sabemos realmente cómo debemos actuar, que es lo que está bien, y que es lo que está mal, por lo tanto es siempre muy útil preguntarnos ante la duda el cómo debemos comportarnos:
¿Qué haría Jesús si estuviera en mi lugar?
¿Qué haría la Virgen María si estuviera en mi lugar?
¿Cómo se comportaría Jesús?
¿Cómo se comportaría la Virgen María?
¿Se conformarían con no ser malos o harían todo el bien posible?
Y después de preguntárnoslo, pedirle a Dios la fuerza y hacer todo lo posible por cumplirlo.
No hagas lo que no te gustaría que te hicieran
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