¿POR QUÉ SOMOS HIJOS ADOPTIVOS DE DIOS?
Todos los cristianos somos, además de hijos de nuestros padres terrenales, hijos adoptivos de Dios.
Si bien decimos que somos hijos de Dios, así, a secas, el único que realmente es hijo directo de Dios es Jesucristo, todos los demás cristianos somos hijos adoptivos.
En realidad, todos los seres humanos del mundo podrían ser hijos adoptivos de Dios, ya que ese es su deseo, y para ello nos envió a Jesús, pero como también los hizo libres, cada persona puede elegir si quiere o no ser un hijo de Dios.
- ¿Cuándo y cómo nos convertimos en hijos adoptivos de Dios?
Del mismo modo que cuando se decide adoptar a un niño hay que hacer varios trámites y hacer que un juez reconozca al hijo adoptado como tal, en el cristianismo hay que hacer también un acto legal muy importante: el Bautismo.
Recibiendo el Sacramento del Bautismo pasamos a ser hijos adoptivos de Dios inmediatamente, ya que por medio de Jesús recibimos ese gran don y honor.
Por eso, aunque hayan fallecido nuestros padres, o uno de ellos, hay que saber que no se está sólo, que siempre tenemos a Dios Padre que nos ama y que no nos abandona, que es nuestro Padre incondicional, hagamos lo que hagamos, seamos lo que seamos.
Dios como Padre nuestro nos ama, nos cuida, nos perdona, nos protege, nos ayuda y está siempre atento a nosotros, por eso gracias a Jesús, pasamos de ser simples criaturas de Dios a ser sus hijos adoptivos, y esta adopción no la hace porque la mereciéramos, sino porque nos ama infinitamente.
Y siempre va a estar allí, hasta el último suspiro de nuestra vida terrena, y también en la otra, es un padre que siempre está dispuesto a escucharnos sea la hora que sea y el momento que sea.
Pero eso sí, si bien hay que tratarlo con suma confianza, también hay que hacerlo con sumo respeto.
A Dios hay que respetarlo y obedecerlo porque es Dios, pero también hay que quererlo porque es nuestro Padre
Tarea relacionada, propósito
Agradecerle a Dios que nos haya hecho sus hijos y, tal como hacemos con nuestros padres terrenales, no olvidar ningún día de saludarlo cuando nos despertamos y cuando nos vamos a dormir.
Puede ser con nuestras palabras, con un Padre Nuestro, haciéndonos la Señal de la Cruz, o cualquier otro gesto amoroso hacia Dios
PRÓXIMO TEMA de CATECISMO INFANTIL
Dios permite el bien y el mal: Cuando no entendemos sus planes
