JUAN BAUTISTA Y EL BAUTISMO DE JESÚS Llegaba ya la hora en que Jesús debía dar comienzo a su vida pública. Tenía entonces alrededor de 30 años. Entonces se...
La conversión de los primeros gentiles marca un momento importante en la historia de la Iglesia, ya que muestra cómo el mensaje de Jesús se extendió más allá del pueblo judío.
Después de la conversión de Saulo, la Iglesia comenzó a gozar de paz por toda la Palestina.
De ello se aprovechó San Pedro para visitar las diversas comunidades de fieles que se habían formado.
Durante esta visita obró dos milagros: en Lidda curó al paralítico Eneas, y en Joppe resucitó a una mujer muy caritativa llamada Tabita.
A pesar de ser gentil, el centurión Cornelio era un hombre religioso y temeroso de Dios con todos los de su familia. Daba muchas limosnas y hacía continua oración a Dios. Esto le mereció la gracia de Dios, y por lo tanto él junto a los miembros de su familia, otros parientes y amigos suyos, recibieron el Bautismo de manos de San Pablo, el príncipe de los apóstoles, tal como lo podemos ver en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo X.
Éstos fueron los primeros gentiles que se convirtieron al cristianismo, y el gran apóstol de los mismos fue San Pablo quien por ello mereció ser llamado Apóstol de las gentes.
A través de los milagros de San Pedro y la apertura hacia los gentiles, la fe católica comenzó a alcanzar a personas de todas las nacionalidades y orígenes. Esto nos enseña que el amor de Dios es para todos, sin importar de dónde venimos.
El Señor había dicho a sus apóstoles
Id y predicad el Evangelio a TODO el mundo
Pero los apóstoles hasta ese entonces sólo habían predicado en Palestina. Por lo tanto se reunieron en Jerusalén y resolvieron repartirse el Imperio Romano para llevar la luz de la fe a todas partes.
Esta decisión marcó un momento clave en la historia de la Iglesia, pues los apóstoles comprendieron que la fe debía expandirse y llegar a todas las personas, independientemente de su nacionalidad o cultura. Con valentía y determinación, armados con el mensaje de amor de Cristo, se propusieron ir más allá de las fronteras de Palestina, enfrentándose a nuevos retos y llevando el mensaje del Evangelio a diversas tierras. Así, el plan de Dios para la salvación de la humanidad comenzaba a desplegarse en toda su magnitud.
Al salir de Jerusalén, los apóstoles sabían que su misión no sería fácil, pero estaban inspirados por el Espíritu Santo. Cada uno tomó un camino diferente, con la certeza de que estaban llevando el mensaje de esperanza y salvación. Desde esa reunión, comenzaron los viajes de evangelización que cambiarían el curso de la historia y fortalecerían la fe de millones. Este acto de separación no solo fue un paso hacia la expansión de la Iglesia, sino también un testimonio del compromiso de los apóstoles para cumplir con la voluntad del Señor.
Antes de separarse redactaron de común acuerdo un compendio de las verdades de la fe, de modo que los nuevos convertidos las aprendieron fácilmente de memoria y así hubiera entre todos uniformidad de creencias.
Este compendio es el Credo, también llamado Símbolo de los Apóstoles y consiste en una declaración clara y concisa de las creencias cristianas fundamentales, que los apóstoles querían que todos memorizaran y comprendieran. Al recitarlo, los fieles podían recordar y compartir la esencia de la fe que Jesucristo había enseñado, creando un fuerte vínculo entre ellos y garantizando que el mensaje del Evangelio se mantuviera puro y verdadero, a pesar de las dificultades que pudiesen enfrentar en sus respectivos viajes.
La creación del Credo no solo fue un acto de organización, sino también un testimonio del deseo de los apóstoles de mantener unida a la Iglesia en la verdad. A través de los siglos, el Credo ha sido recitado en comunidades cristianas de todo el mundo, sirviendo como un recordatorio constante del compromiso de los creyentes con la fe que comparten. Así, el Símbolo de los Apóstoles se convirtió en una herencia viviente, transmitiendo la fe de generación en generación y uniendo a los cristianos en su adoración a Dios.
Esta semana, investiga sobre el Credo y su importancia en nuestra fe. Intenta memorizarlo, o al menos recordar sus principales ideas. Luego, compártelo con un amigo o familiar, explicando por qué es importante para los cristianos. Recuerda que cada vez que compartes tu fe, ayudas a llevar la luz de Cristo a quienes te rodean.
Historia de San Pedro y San Pablo
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