LA VISITA DE LOS REYES MAGOS AL NIÑO JESÚS Al tiempo de nacer el Salvador, una estrella extraordinaria se apareció en Oriente. Unos príncipes, conocidos co...
Se repite hasta el cansancio que Jesús es nuestro hermano, pero esto a veces es un arma de doble filo ya que muchas personas tratan a Dios con tal familiaridad que comienzan a perderle el respeto o lo tratan con una igualdad extrema, a tal punto que ya ni lo oyen ni creen en Él como Dios y termina siendo un amigote que perdona y acepta todo.
Por esos muy importante que los pequeños entiendan bien que, si bien Jesús es su hermano y su mejor amigo, antes que nada es Dios y Maestro.
Hay que insistir en el concepto que la humanidad de Jesús no le quita nada de su divinidad.
En la Biblia, en los Evangelios, podemos encontrar varias veces la palabra Maestro para referirse a Jesús, y esto es así porque Él nos ha enseñado todo lo que de verdad importa en la vida.
Por eso, si bien Jesús es nuestro primer hermano y nuestro gran amigo, es nuestro Maestro al cual debemos acudir con una actitud humilde para aprender lo que nos enseña, y aceptarlo, no discutirle lo que nos dice como si fuéramos iguales o incluso superiores a Dios, como si supiéramos más que Él.
Las enseñanzas de Jesús están para aprenderlas y aceptarlas, pero por supuesto, por ser simples humanos no siempre las entendemos, pero esto hay que aceptarlo, es así, por la simple razón que somos más pequeños que Dios, y por lo tanto nuestro razonamiento e inteligencia es menor.
Y, viceversa, en muchas ocasiones vamos a entender las enseñanzas claramente, pero no nos gustarán obedecerlas, o nos costará mucho seguirlas.
En esos casos debemos recordar siempre que esas enseñanzas nos las dio Jesús como maestro porque nos quiere y nos cuida, por lo tanto debemos considerarlas como un regalo que nos sirve para saber por dónde tenemos que caminar por la vida sin hacernos daño.
Aceptar y comprender que Jesús, como nuestro Maestro, nos enseña lo mejor para nosotros, por eso, por más que no lo entendamos, decirle siempre (pero de corazón, creyéndolo, no decir por decir):
"Jesús, confío en ti"
Esto debemos hacerlo especialmente en los momentos en que menos entendemos por qué nos sucede lo que nos sucede. A la larga, vamos a poder comprobarlo por nosotros mismos que fue lo mejor.
¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Cuál es su misión?
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