LA VISITA DE LOS REYES MAGOS AL NIÑO JESÚS Al tiempo de nacer el Salvador, una estrella extraordinaria se apareció en Oriente. Unos príncipes, conocidos co...
Tal como expliqué en la lección anterior, Jesús está en el Cielo, pero también lo podemos encontrar en la tierra en la Eucaristía.
La Eucaristía es instituida por el mismo Jesús pocas horas antes de morir, y la reparte inmediatamente entre sus apóstoles.
Esa presencia del Señor en la Eucaristía no volverá a existir hasta que, luego de la Resurrección, los apóstoles vuelvan a consagrar el pan y el vino siguiendo el mandato del Señor.
La Eucaristía es la presencia real de Cristo más importante, y además es un Sacramento.
Se llama Sacramento a una gracia que Dios nos da con un objetivo concreto y a través de un signo sensible.
Un signo sensible es algo que puede ser captado por alguno de nuestros sentidos. En la Eucaristía el signo sensible es el pan y es el vino.
El objetivo concreto de la Eucaristía es reponer nuestras fuerzas, agotadas por la lucha contra el mal y por el peso que representan los problemas.
Los signos sensibles del pan y el vino son alimentos, y los alimentos se consumen para recuperar las fuerzas; por lo tanto, la presencia del Señor en la Eucaristía nos da esa fuerza necesaria para poder seguir luchando contra el mal y las cruces de nuestra vida.
En la Eucaristía encontramos el alivio que necesitamos para seguir luchando, para poder padecer nuestras cruces sin rendirnos nunca.
Cuando Jesús dijo:
"VENID A MÍ LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS Y YO OS ALIVIARÉ"
se estaba refiriendo a la Eucaristía.
Si bien la Eucaristía es algo que recibimos completamente gratis, es un sacramento que exige pagar un precio.
Ese precio es la comunión con Cristo, pues no se puede comulgar sin estar en gracia de Dios.
No se puede "comulgar" sin "comulgar", es decir, no se puede comulgar la Eucaristía sin estar en comunión con el Señor y con su Iglesia; esta "comunión" la llevamos a cabo cuando estamos en gracia de Dios y cuando aceptamos la enseñanza de la Iglesia.
Dicho de otra forma: la "comunión" con Jesús en la Eucaristía debe ser precedida por la "comunión" con Jesús a través de la gracia y por la "comunión" con la doctrina de la Iglesia.
Pedirle a Jesús y a la Virgen María que iluminen nuestro camino para no pecar y estar en gracia de Dios para poder recibir siempre la Eucaristía, ya que no sólo se puede recibir una vez por semana (los domingos) sino que diariamente.
Esto nos permitirá estar bien fuertes para poder combatir cualquier contratiempo o tentación.
Recordar que no se puede comulgar en pecado mortal o si no se aceptan los dogmas de fe que enseña la Iglesia, ya que esto ofendería a Jesús.
FIABILIDAD DEL CONTENIDO
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