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El sacramento de la Reconciliación o confesión (anteriormente llamado sacramento de la penitencia) es el instituido por Jesucristo para poder perdonar nuestros pecados.
La absolución de los pecados es el perdón que nos da el sacerdote, en nombre de Dios, cuando nos confesamos. Hay que tener siempre en mente que no nos tiene que importar que tengamos un hombre delante, tan pecador como nosotros, ya que él representa a Jesús, y por lo tanto, cuando dice que nos perdona, no lo dice el hombre, sino que Jesucristo.
Hay que pensar que si le cuento mis cosas personales a un amigo, a un médico, a un maestro o a un psicólogo, que son tan pecadores como yo, cómo no se lo voy a contar a un sacerdote por más pecador que sea, si en vez de una simple opinión recibo nada menos que el perdón de Jesús por mis pecados cometidos, quedo en gracia de Dios y obtengo mi ticket seguro al Cielo.
Además, como si fuera poco, es completamente gratuito y no obtengo una solución pasajera, sino que obtengo nada más y nada menos que la posibilidad de la vida eterna.
Jamás debemos olvidar que una buena confesión es un ticket seguro al Cielo, quizás con escala por el Purgatorio, pero jamás un ticket al infierno.
Este sacramento perdona todos los pecados que hayamos cometido después del Bautismo, es decir, perdona nuestros propios malos actos.
Para nuestra tranquilidad debemos siempre recordar que confesemos lo que confesemos, y tenga la gravedad que tenga, el sacerdote no puede decirle a nadie, aunque corra riesgo su vida, lo que ha oído en confesión. Es decir, no hay peligro de que ninguna autoridad ni familiar sepa lo que le decimos al confesor.
Nosotros mismos no podemos confesarnos, ya que Jesucristo mismo le pidió a sus apóstoles (y obviamente a sus sucesores) que sean ellos los encargados de perdonar los pecados en nombre de Él, tal como podemos ver en estas citas bíblicas:
En los santos Evangelios en San Mateo 16:19, podemos encontrar el momento en que Jesús dio poder y autoridad a Pedro:
"Yo te daré a ti las llaves del reino de los cielos, y cuanto tú atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto tú desatares en la tierra será desatado en los cielos."
En el Evangelio de San Mateo 18:18 podemos leer cómo Jesús le dio poder a todos los Apóstoles:
"En verdad os digo, cuanto ustedes atáreis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto ustedes desatáreis será desatado en el cielo."
También podemos encontrar una referencia en el Evangelio de San Juan 20:21-23:
"Díjoles otra vez, 'La Paz sea con vosotros. Como me envió Mi Padre, así os envío Yo'. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos."
Nuevamente, en el Evangelio de San Mateo 10:40 podemos leer:
"El que os recibe a vosotros a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió."
Y en el Evangelio de San Lucas 22:29-30 encontramos:
"Y yo dispongo del reino en favor vuestro como Mi Padre ha dispuesto de él en favor mío, para que vosotros comáis y bebáis a mi mesa en Mi Reino; y os sentéis sobre tronos como jueces de las doce tribus de Israel."
Es siempre recomendable confesarse por lo menos una vez al mes, o por lo menos anualmente, siendo una buena fecha la época de Cuaresma para estar limpios de alma para Pascua.
Para hacer una buena confesión son indispensables cinco pasos:
Exámen de conciencia.
Dolor sincero de los pecados.
Propósito firme de enmienda.
Confesar todos los pecados.
Cumplir la penitencia impuesta por el confesor.
En la próxima lección explicaré detenidamente cada uno de estos cinco pasos y en el posterior daré un ejemplo de una confesión bien hecha.
En este artículo encontrarás detallados estos 5 pasos y en este artículo encontrarás la guía detallada de 15 pasos con ejemplo para hacer una confesión perfecta
Este semana, comprométete a explorar más sobre el sacramento de la confesión. Dedica tiempo para reflexionar sobre tus acciones y realiza un examen de conciencia antes de confesarte. Piensa en cómo tus acciones han afectado a los demás y qué podrías hacer para mejorar. Puedes hacer una lista de tus pensamientos y sentimientos, y aunque puede parecer complicado, recuerda que este sacramento es una oportunidad de sanación y renovación.
Comparte con un amigo o familiar la importancia del perdón y la gracia que recibimos a través de la confesión. Habla sobre cómo este sacramento nos acerca a Dios y nos da la oportunidad de comenzar de nuevo. Al hacerlo, no solo estarás fortaleciendo tu propia fe, sino que también podrás inspirar a otros a experimentar la alegría y la libertad que trae la reconciliación con Dios.
Recuerda que el camino hacia una buena confesión implica un sincero deseo de cambiar y un compromiso con Dios de vivir de manera más fiel.
Explicación de los cinco pasos de la confesión
Ejemplo de cómo hacer una confesión
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