LA VISITA DE LOS REYES MAGOS AL NIÑO JESÚS Al tiempo de nacer el Salvador, una estrella extraordinaria se apareció en Oriente. Unos príncipes, conocidos co...
Luego de que Poncio Pilatos cumpliera con el pedido del pueblo judío de que crucificaran a Jesús, es decir dictando la sentencia, le dieron a Jesús la cruz para que él mismo la cargara hacia el lugar donde debía morir.
Así, Jesús, cargando su propia cruz, fue por el camino más corto hacia el monte llamado Calvario, también conocido como el Gólgota.
La crucifixión de Jesús es el acto supremo de amor y sacrificio. A través de su sufrimiento, Él ofreció su vida por la salvación de la humanidad, mostrando así la profundidad de su amor y misericordia.
El camino hacia el monte llamado Calvario es el que en Semana Santa se rememora bajo el nombre de Vía Crucis, y por lo general podemos encontrarlo representado en pequeños cuadritos en las iglesias.
Cada pintura representa una estación, es decir, un momento por el cual atravesó Jesús durante ese camino hacia su muerte en la cruz.
En el transcurso se encontró con su mamá, la Virgen María, y con piadosas mujeres de Jerusalén, como por ejemplo Verónica, la cual le enjugó el rostro.
También hubo un hombre, llamado Simón de Cirene o el cirineo, que venía del campo y ayudó a cargar a Jesús con la cruz, pues por su cuerpo lastimado y el peso del madero ya no resistía más.
Cuando llegaron al Calvario, los soldados lo despojaron de sus vestidos, lo acostaron sobre la cruz y le clavaron los pies y las manos, luego alzaron la cruz, y la pusieron entre otros dos ladrones también crucificados, que aún no habían muerto.
Los soldados y los judíos, aún furiosos con Jesús, lo insultaban, pero Él le pedía a Dios que perdonara a sus enemigos diciendo:
"¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!"
Uno de los dos ladrones, mencionado en los Evangelios como el buen ladrón, se volvió con toda reverencia y humildad a Jesús y le dijo:
"¡Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino!"
Esta frase está repleta de fe, ya que el ladrón la dice en un momento muy difícil como para creer en Jesús, pues ese hombre, a pesar de ver que el Mesías estaba crucificado igual que él y estaba por morir, creía en su divinidad.
Entonces Jesús, ante ese pedido lleno de fe, le responde:
"En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso."
A los pies de la cruz estaba su madre. Y estaba acompañándola el apóstol Juan. Jesús, fija sus ojos en ambos y le dice a su madre:
"Señora: He ahí a tu hijo."
E inmediatamente le dice a Juan:
"He ahí a tu madre."
Desde entonces, por el pedido de Jesús, la Virgen María vino a ser madre de todos los cristianos, pues estamos representados en el apóstol San Juan.
La promesa de Jesús al buen ladrón nos enseña que, sin importar nuestros pecados, siempre hay esperanza de salvación y redención a través de la fe en Él. Podemos encontrar consuelo en su amor y en la promesa de una vida eterna junto a Dios.
Tu propósito semanal es reflexionar sobre el sacrificio de Jesús y cómo puedes vivir de manera que honre su memoria.
Considera hacer un acto de bondad hacia los demás, siguiendo su ejemplo de amor y servicio, y comparte con otros la maravilla de su sacrificio por nosotros.
La muerte y sepultura de Jesús
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