¿DEBEMOS OBEDECER LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA? Mientras que Jesús, con su presencia en la Eucaristía, tal como vimos en la lección anterior, nos da fuerza...
Hasta ahora aprendimos que la primera característica del amor a imitación de Cristo consiste en amar motivado religiosamente. La segunda característica es amar con obras.
Y la que aprenderemos hoy es la tercera característica del amor a imitación de Cristo que consiste en amar a todos.
El amor de Cristo es para todos, por eso Jesús no ha venido en busca de los sanos sino de los enfermos, y además nos ha enseñado que el Padre hace salir el sol sobre malos y buenos.
Nadie, por ningún motivo, queda excluido del amor divino, ni siquiera por su pecado, sea lo terrible que sea.
Por más pecadora que sea una persona, Dios le sigue amando pues es por los pecadores, o sea, por todos y cada uno de nosotros, que Cristo se hizo hombre con el único fin de salvar al hombre.
Pero es importante distinguir que esto no significa que Dios quiera a todos por igual.
¿Quiere Dios por igual a la Madre Teresa de Calcuta y a Hitler o a Juan Bautista y a Salomé, quien fue la que hizo que le cortaran la cabeza?
Esto no es así, y la prueba está en que los santos son los que consiguen de Dios los milagros, lo cual significa que el Señor tiene con ellos un trato especial.
Más aún, fue Jesús mismo quien nos ha enseñado que el infierno existe y que allí van todos aquellos que no han querido acoger el amor divino, ni han querido arrepentirse y convertirse.
Por lo tanto, estas son las dos claves de este aspecto del amor que Cristo nos enseñó: Dios ama a todos, pero no a todos por igual.
No debemos excluir a nadie de nuestro amor, y debemos llegar incluso a amar al enemigo.
Pero eso no significa que debamos amar a todos del mismo modo.
El padre de familia tiene el deber de querer y alimentar en primer lugar, a sus hijos y a su esposa, y cometería un gran error si tratara a los hijos y a las esposas de los demás como si fueran suyos, descuidando en consecuencia la atención preferencial que deben tener sus propios hijos y su esposa.
Hay personas de las que debemos protegernos porque nos han hecho daño antes y pueden volver a hacerlo, pero por eso no debemos dejar de amarlas.
Pero también hay otras personas que merecen todo nuestro agradecimiento porque nos han ayudado o han estado con nosotros en momentos difíciles. Obviamente, a estas últimas las amamos (y debemos amarlas) todavía más.
Comenzar a poner en práctica este "Amar a todos pero no a todos por igual" empezando por aquellos con los que tenemos deudas de agradecimiento y con los que tenemos obligaciones, como los maestros, los amigos y la familia.
E inmediatamente ponerse bien firme en no marginar a nadie porque sea distinto de nosotros o porque no nos caiga bien.
Si nos proponemos hacer los mínimos a todo el mundo y el máximo a sólo algunos, rápidamente terminaremos amando a todos.
¿Qué significa amar el primero?
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