JESÚS DE NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO ENTRE LOS DOCTORES Jesús pasó su infancia en la ciudad de Nazaret jugando igual que cualquier niño. Nada de ex...
La oración es levantar el pensamiento y el corazón a Dios. La oración es la forma que tiene el católico para comunicarse con Dios, Jesús y la Virgen María.
Hacemos oración para poder adorar a Dios, darle las gracias, y además, para poder pedirle todo aquello que necesitamos o deseamos.
Para el cristiano, la oración es un momento indispensable para poder conectarse con Dios.
Podemos hacer oración cuantas veces querramos en el día, pero, siempre es deseable hacerla por lo menos en dos momentos que son ideales: la mañana, para comenzar bien el día ofreciéndoselo a Dios, y la noche, para agradecerle por el día que hemos vivido, hacer un breve examen de conciencia, y pedirle por el próximo día y por lo que necesitemos.
También hay que recordar que no sólo debemos orar por nosotros mismos, sino que también debemos hacerlo por los demás, sean parientes, amigos, vecinos, o simplemente desconocidos.
Un niño católico que quiere a Jesús con todo su corazón no deja de rezarle todos los días tanto al levantarse como al acostarse.
Hay dos clases de oración: la oración mental y la oración vocal. Cualquiera de ellas son correctas y deseables.
La oración mental es aquella que hacemos para nosotros mismos, es decir dentro de nuestra propia mente, con el pensamiento.
La oración vocal es aquella que hacemos con las palabras. La oración por excelencia es el Padre Nuestro, y esto es debido a que esta oración fue enseñada y creada por el mismo Jesucristo. La podemos encontrar en las Sagradas Escrituras.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
Otra de las oraciones indispensables para todo católico es el Ave María, y si bien no fue enseñada por Jesucristo, parte de su texto lo podemos encontrar también en los Santos Evangelios.
Dios te salve María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
La oración es ideal para contarle a Jesús nuestros sentimientos, tal como hacemos con un amigo íntimo (pero por supuesto, en forma respetuosa) y sobre todo para escuchar lo que nos dice. Si hacemos silencio durante la oración, "escucharemos" en nuestro corazón y en nuestra mente lo que nos quiere decir.
Y cuando la oración quieras hacerla para la Virgen María, debes recordar que Ella es la mamá de Jesús, y tal como Él lo dijo en la cruz antes de morir, María también es madre nuestra, y por lo tanto así debes hablar con ella, tal como lo harías con una mamá amorosa.
Debemos confiar en que Jesús nos escucha siempre, a pesar que no lo parezca. La cuestión es que Él desea lo mejor para nosotros, y a veces lo que le pedimos no es lo mejor, por eso no se cumple, pero no es porque no nos escucha o nos ignora; es porque sabe que no es bueno para nosotros. Y en el futuro, muchas veces, vas a poder comprobar, tal como me ha sucedido a mí, que fue mejor lo que decidió Jesucristo y Dios Padre que lo que pedía yo.
Nunca dejes de orar con confianza, aunque por algo estés enojado con Dios. Al igual que con un amigo íntimo o un familiar, no dejes de decir lo que sientas y de pedirle que por favor te haga ver las cosas de la manera correcta para que puedas comprender y se te vaya el enojo lo más rápido posible.
Esta semana, comprométete a mejorar tu vida de oración. Dedica tiempo cada día para hablar con Dios, tanto en la mañana al comenzar el día como en la noche antes de dormir. Recuerda incorporar momentos de gratitud y reflexión en tus oraciones, agradeciendo a Dios por las bendiciones recibidas y examinando cómo has vivido durante el día. Además, busca orar por los demás, extendiendo tu amor y compasión a familiares, amigos y personas que necesiten tu apoyo.
También, intenta incluir diferentes tipos de oración en tu rutina, alternando entre oración mental y oración vocal. Al recitar el Padre Nuestro o el Ave María, hazlo con la intención de conectar profundamente con Dios y dejar que esas palabras resuenen en tu corazón.
Recuerda que la oración es una conversación personal y sincera con Dios, así que habla desde tu corazón y escucha con atención. Al final de la semana, reflexiona sobre cómo estas prácticas han fortalecido tu relación con Dios y han impactado tu vida diaria.
El cielo, el infierno, el purgatorio y la muerte
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